Desde una perspectiva estado-céntrica se puede afirmar que
Colombia, como muchos de los países latinoamericanos, se caracteriza por un
estado débil y una sociedad civil fragmentada, fenómeno que se ha agudizado en
virtud de la reestructuración política y económica que el país ha experimentado
entre 1990 y 1997. En primer lugar, el sistema político sufrió un proceso de
reforma constitucional con el fin de fortalecer el estado e incrementar su
legitimidad, y de superar el carácter excluyente del régimen político. En
segundo lugar, la economía nacional hizo el tránsito de un modelo económico que
ponía el énfasis en el desarrollo del mercado interno, la industrialización por
sustitución de importaciones, a un modelo de apertura e internacionalización de
la economía. El objetivo de dicho proceso fue no solo insertar la economía
colombiana en el mercado mundial, sino también incrementar la eficiencia de la
economía mediante la reducción del "tamaño" del estado y de su
función reguladora del proceso económico.
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